miércoles, 20 de enero de 2016

LITERATURA FEMENINA EN EL SIGLO XX ESPAÑOL



     
Hoy hacemos una retrospectiva de la literatura escrita por mujeres en el siglo XX español a través de las palabras de LORENA ESPINAR de 1ºBACH B:



         Enfocando el terreno de las bellas letras, entre las características típicas del siglo XX que se suelen mencionar en distintos contextos, resalta una serie de grandes cambios que en ciertos aspectos producen una clara ruptura con el pasado. Entre estos cambios destaca sobre todo el creciente papel de la mujer. Si en la historia literaria de los siglos pasados la mujer como escritora representa más bien una rara excepción, en el siglo XX se nota un fuerte proceso de incorporación de la mujer a la literatura, sobre todo a partir de los años 40 

       En la difícil época de la postguerra la literatura española pasa por un período de abatimiento general, del que va recuperándose poco a poco. No obstante, este período tan oscuro representa, paradójicamente, el comienzo de un desarrollo prometedor de la escritura femenina. Si seguimos la evolución de la narrativa femenina en España de la segunda mitad del siglo XX, podemos observar varios momentos importantes. El contexto sociocultural concreto de cada etapa histórica desempeña en la escritura femenina un papel importante, lo que se nota sobre todo en la elección de unos temas literarios muy concretos , así como en la aparición de un cierto prototipo de protagonistas, con las que el lector se encuentra con frecuencia en las obras de las escritoras españolas. Cuando en 1944 se otorga el primer Premio Nadal a una joven y desconocida escritora CARMEN LAFORET por su novela Nada, se abre, a la vez, un nuevo capítulo en la historia de la literatura española. A partir de ese año va aumentando el número de nombres femeninos cuya obra literaria deja de ser marginal, para pasar a convertirse en una parte íntegra y estable del mundo literario de España. Ellas empiezan a escribir muy jóvenes y publican sus obras en la misma época, provienen de familias acomodadas de la burguesía española lo que les permite seguir estudios universitarios y dedicarse a la escritura. Dado que estas escritoras forman un grupo relativamente numeroso, Ruiz Guerrero las llama la primera generación de autoras españolas de la postguerra.


         En los años 60, cuando la mayoría de las autoras de la llamada primera generación sigue escribiendo, prevalecen las mismas tendencias que se pueden ver en la década anterior. La vida literaria de este período está marcada por la obra y las múltiples actividades de una importante clave de la escritora MARÍA CAMPO ALANGE, una personalidad excepcional que ejerce una enorme influencia sobre las intelectuales españolas de la época. En 1960 inicia la creación del Seminario de Estudios sobre la Mujer, que preside hasta 1980. Esta organización se propone realizar y publicar investigaciones enfocando temas concernientes a la problemática de la mujer.
               
 
       La década de los 80 significa un período excepcionalmente fructífero también para la literatura. Las podríamos llamar la tercera generación aplicando la denominación de Ruiz Guerrero– son, al mismo tiempo, las primeras novelistas españolas intelectualmente formadas en los últimos años del franquismo. Las tendencias generales en la narrativa española de los ochenta se caracterizan por un abandono del experimentalismo que tenía una fuerte posición en la escena literaria a finales de los años setenta.


         La última década del siglo XX viene marcada por una crisis universal de los objetivos de la modernidad – que según Jean François Lyotard es propia de la postmodernidad-. En los 90 se forma un grupo de escritoras que a base de postulados feministas escriben su obra narrativa, artículos y ensayos. Destaca entre ellas LUCÍA ETXEBARRÍA, una joven autora que se da a conocer a finales de la década. En sus obras expresa un abierto rechazo a someterse a la tradición bíblica de la culpabilidad de la mujer. La misma autora publica en 1999 una colección de cuentos Nosotras que no somos como las demás, cuyo prólogo se puede considerar fácilmente un manifiesto en defensa de los derechos de la mujer. La autora critica la situación en la sociedad actual, argumentando con números estadísticos concretos.

         Hoy en día las mujeres no tienen que vestirse de hombre para poder seguir estudios universitarios ni tampoco necesitan refugiarse en un seudónimo masculino para publicar su obra. Las escritoras del siglo XX han traspasado esa frontera ficticia, han entrado a la escena de la vida cultural por las puertas que para sus predecesoras estaban cerradas. Logran integrarse con mucho éxito en el proceso creativo y esto supone un momento clave. Una vez que las autoras españolas se sientan plenamente integradas, sintiendo que su obra forma una parte coherente de la producción literaria nacional, no será necesario llamar la atención sobre la narrativa femenina, de la misma manera que no se hace sobre la narrativa masculina. Pues en el fondo estamos convencidos de que no se puede hacer ningún tipo de clasificaciones alegando razones de sexo, o sea no se puede hablar de la literatura femenina como algo que se encuentre fuera de la producción literaria. Resultaría de igual manera impropio querer clasificar a los autores según el color de su cabello o de sus ojos. Podemos concluir citando a ESPIDO FREIRE, otra escritora joven que dice: «El lector casi por definición, no tiene prejuicios, hay quien prefiere un género a otro pero no un sexo a otro.»


 



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